Las estrategias de detección de mentiras utilizadas en los interrogatorios policiales, se han centrado tradicionalmente en la observación de determinados indicios conductuales, indicativos de un discurso simulado o disimulado.
El último número de la revista «Papeles del Psicólogo», está dedicada a una sección monográfica de Psicólogía Jurídica y recoge, entre otros, algunos artículos sobre la detección de mentiras escritos por Jaume Masip y Carmen Herrero, investigadores de la Universidad de Salamanca. En esta entrada recogemos un breve resumen del contenido de los citados artículos, pues nos resultan interesantes las conclusiones para el futuro del estudio criminológico.
Las investigaciones de autores como Zuckerman, DePaulo, Rosenthal, Buller, Burgoon o Ekman, han puesto de manifiesto tradicionalmente que la mentira puede detectarse a partir de una serie de indicadores visibles: microexpresiones faciales, sonrisas, movimientos faciales, transparecia del rostro o cuerpo, variaciones de la voz y dilatación pupilar, filtraciones emocionales, distanciamiento verbal y no verbal, etc. Pese a las investigaciones realizadas, en la actualidad se está produciendo un cambio en la línea de las investigaciones, que encuentran resultados significativos en las estrategias de detección de mentiras, más centradas, por un lado, en usar técnicas de entrevista que ayuden a hacer visibles las diferencias conductuales entre verdades y mentiras (Harting y Bond, 2011 o Levine 2014), y por otro, en una línea menos visible, estrategias basadas en la detección de indicios contextuales que permitan inferir el engaño (Blair, 2012 o Blair, Levine y cols, 2012).
El primer caso se apoya en la idea de que el entrevistador debe manejar estratégicamente la interacción , adoptando un rol activo para que los indicadores de la mentira se pongan de manifiesto, basándose en los modelos cognitivos de la producción de mentiras, que sostienen que mentir es cognitivamente más complicado que decir la verdad: Activation- Decision- Construction- Model, ADCM de Walczyk, 2003, reformulado en 2014 como ADCAT por el mismo autor y colaboradores. Sobre la base de este modelo se ha desarrollado una modalidad activa de entrevista, la TRI-CON, resultado de una intensa investigación que se recoge en el citado monográfico, que resta fiabilidad a los procedimientos tradicionales.
La segunda vía de investigación, menos visible como comentábamos líneas atrás, centra los esfuerzos en la detección de indicios contextuales o situacionales de la mentira, y a su análisis dedicaremos otra entrada de este blog.