Recientemente se ha publicado en España la nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales: DSM-V (aunque ya a primeros de años se publicó el Breviario), que viene a sustituir al anterior DSM-IV TR y que ya existía en su versión americana desde 2013.
Esta publicación no ha estado exenta de polémica, pues para algunos autores (véase artículo en The Guardian, 9 de febrero de 2012), no hace más que ampliar el elenco de trastornos y, por tanto, fomentar la patologización y etiquetado de determinadas conductas consideradas “normales” hasta ahora, con las consecuencias que este hecho conlleva.
Entre las novedades del DMS-V podemos encontrar tanto cambios relacionados con la organización de los trastornos dentro del manual (la exposición está relacionada con la aparición dentro del ciclo vital, es decir, primero los trastornos del desarrollo y al final los neurocognitivos, y se elimina también la clasificación multiaxial) y cambios relacionados con los diagnósticos específicos. En relación a esto último, son novedades importantes:
- El Autismo y el Síndrome de Asperger se encuentran ahora unidos bajo un mismo epígrafe: Trastornos del Espectro Autista.Esta categoría incluye además el Trastorno Desintegrativo Infantil y el Trastorno Generalizado del Desarrollo.
- La incorporación de nuevos trastornos, tales como: Trastorno por Atracón (personas que comen en exceso más de 12 veces en tres meses), el Trastorno de Excoriación (rascado compulsivo de la piel), el Trastorno de Acaparamiento (hasta ahora considerado síntoma del Trastorno Obsesivo Compulsivo), y definido como «la dificultad persistente de desprenderse de objetos, independientemente de su valor»), el Trastorno Disfórico Premenstrual y el Trastorno Neurocognitivo Leve.
- El duelo no excluye el diagnostico de depresión. Si bien el DSM-IV excluía dentro de la depresión a las personas que mostraban dichos síntomas tras la pérdida de un ser querido en los dos meses anteriores, el DSM-V omite esta exclusión.
- La inclusión del Trastorno de Estado de Ánimo Disruptivo y No Regulado que caracteriza a los niños con «irritabilidad persistente y frecuentes episodios de descontrol de conducta (rabietas), tres o más veces a la semana durante más de un año», con la finalidad de reducir el diagnóstico de trastorno bipolar en la infancia, cuya prevalencia se ha visto aumentada debido a que el DSM-IV-TR incluía los problemas de irritabilidad crónica severa dentro de esta categoría diagnóstica y, a menudo, eran considerados por los profesionales sanitarios como un síntoma de manía en niños.
- El Trastorno por Consumo de Sustancias se incorpora en el DSM-V para agrupar los trastornos por abuso y dependencia de sustancias.Además, se ha creado una nueva catergoría para recoger las «adicciones conductuales», donde se incluye el Juego Patológico (antes recogido en la categoría de «trastornos del control de impulsos no clasificados»).
- El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad se ha modificado levemente para recoger la posibilidad de su diagnóstico en la etapa adulta. En niños, se ha cambiado la edad de aparición para el diagnostico TDAH (ahora los síntomas deben aparecer antes de los 12 años, en vez de antes de los 7 años).
- Lo Trastornos de Ansiedad, los Trastornos Disociativos, el Trastorno Obsesivo Compulsivo y el Trastorno por Estrés Postraumático (antes unificados en el mismo epígrafe) se describen en aparatados independientes para legitimar su carácter distintivo.
- El Trastorno por Estrés Postraumático incluye ahora cuatro grupos de síntomas para su diagnóstico: re-experimentación, hiperactivación, evitación y «alteraciones negativas persistentes en las cogniciones y el estado de ánimo». Los umbrales de edad también se han modificado, así como los cirterios que se aplican para su diagnóstico en menores de 6 años.
- El Trastorno Depresivo Mayor incluye dos categorías que pretenden recoger con más exactitud la ideación suicida: desorden del comportamiento suicida y autolesión no suicida.
- La Transexualidad (el Trastorno de la Identidad Sexual), pasa a denominarse Disforia de Género, desapareciendo en apariencia la consideración de trastorno mental, pues el hecho de mantenerla en la clasificación es signo inequívoco de que aún pretenden realizar un abordaje puramente médico. El elemento esencial para el diagnóstico (diagnóstico que debería desaparecer), no se centra en el deseo de pertenecer al otro sexo, sino en el malestar que esto ocasiona al individuo.
Centrandonos en esta última modificación,como Psicóloga Forense consideró fundamental su eliminación, pues sólo despatologizando, aceptando la diversidad de identidades de género, el derecho al libre desarrollo de la personalidad, se alcanzará la verdadera integración social. Es una evidencia y una realidad imparable que nuestra sociedad se abre al cambio y, aunque queda mucho por hacer, los esfuerzos van por el camino adecuado.