Cualquier profesional cuya actividad esté relacionada con las personas y sus vidas, tiene una gran responsabilidad que no sólo exige la ley, sino también el «deber moral».
En el contexto jurídico, del desempeño y responsabilidad de los distintos profesionales (funcionarios, equipos técnicos, abogados, procuradores, fiscales, peritos, jueces), va a depender el presente y futuro no sólo de la persona implicada en el procedimiento, sino también de quienes la rodean.
No es fácil encontrar el «quid» de un determinado caso, y para ello cada profesional debe aportar el conocimiento y habilidad propia de su especialidad, en un trabajo multidisciplinar en el que todos son importantes.
En el caso concreto de los psicólogos forenses, los colegios profesionales regulan la praxis mediante el código deontológico que recoge esa responsabilidad tanto en la forma en que se realiza el trabajo, como en el trato que se da a la información recogida, etc.
Esta responsabilidad moral debe ser estricta en los casos en los que están implicados menores, pues de un informe negligente puede depender la vida de los mismos y su ajuste emocional.
Para todos los profesionales de este sector, son conocidos los casos, cada vez más frecuentes, de uso de informes periciales psicológicos (cuyas conclusiones son diferentes a los restantes informes y a la evidencia aportada en el procedimiento), para justificar la interrupción del régimen de visitas con el otro progenitor.
Jean Piet H. de Man recoge de forma gráfica en una tabla, cómo perciben los niños el tiempo que están separados de su padre-madre tras el divorcio. En el caso de un pequeño de 1 año de edad, experimenta 1 día sin ver a uno de los progenitores como 1 mes; un menor de 3 a 6 años lo percibe como 15 días. En este caso, no sólo es uno de los progenitores quien puede sufrir las consecuencias de una mala praxis, sino el menor y todo el contexto que le rodea (abuelos, tíos, etc).
No debe haber mayor satisfacción para un perito psicólogo que desempeñar su labor con responsabilidad, colaborar a «hacer justicia» y ver los resultados de un trabajo bien realizado, en la felicidad de las personas.